Dios Habla... Atiende a su Voz
Tres formas en que Dios nos habla. Salmos 19
En este salmo, la meditación de David lo llevó paso a paso desde la creación, a través de la Palabra de Dios, a través de sus propios pecados, hasta la salvación. Cuando Dios se revela por medio de la naturaleza (19.1–6), aprendemos sobre su gloria y nuestra condición finita. Cuando Dios se revela por medio de las Escrituras (Salmos 19.7–11), aprendemos acerca de su santidad y de nuestra pecaminosidad. Cuando Dios se revela por medio de las experiencias diarias (19.12–14), aprendemos acerca de su perdón misericordioso y de nuestra salvación.
Estamos rodeados de grandiosas demostraciones de la capacidad creativa de Dios. Los cielos son la evidencia mas clara de su existencia, poder, amor y cuidado. Decir que el universo surgió por casualidad es absurdo. Su diseño y sentido del orden son prueba de que un Creador intervino en forma personal. Cuando vea la obra de Dios en la naturaleza y en los cielos, agradézcale a Dios tan maravillosa belleza y la verdad que nos revela acerca del Creador.
El apóstol Pablo se refirió a este salmo cuando explicó que todos saben acerca de Dios debido a que la naturaleza proclama su existencia y poder (Romanos 1.19, 20). Esto no quiere decir que no hay necesidad de las misiones. El mensaje de salvación de Dios, que se encuentra en su Palabra, la Biblia, debe seguir difundiéndose hasta los confines de la tierra. La naturaleza señala la existencia de Dios, pero la Biblia nos habla de la salvación. El pueblo de Dios debe explicarle a otros cómo llegar a tener una relación con Dios. A pesar de que la gente en todas partes debería creer en un Creador al sólo mirar la evidencia de la naturaleza que la rodea, Dios necesita que nosotros expliquemos su amor, misericordia y gracia. ¿Qué está haciendo usted para llevar el mensaje de Dios al mundo?
Amados en el Señor, al llegar el nuevo día, cuando veamos el amanecer, la salida del sol, al sentir la cálida brisa, y el canto de los pájaros, recordemos que dios habla a través de la creación, y que ese nuevo día que Él nos permite vivir, va a decirnos, que es real, que nos ama, que quiere que disfrutemos todas y cada una de sus grandes bendiciones. Deje que Dios hable, y por favor trate de oír atentamente lo que está diciendo; pues la naturaleza habla día a día y noche a noche.
Muy amados en el Señor, continuando con lo que venimos analizando desde el boletín anterior, deseo llamar su atención referente a tener un oído atento a lo que nuestro Salvador nos habla con el fin de que alcancemos sus promesas. Deuteronomio 28.1 dice: Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.
La bendición es prometida con la condición de que escuchemos diligentes la voz de Dios; para que entonces la providencia de Dios prospere todas nuestras preocupaciones externas. Este verso nos dice que Dios se complace en bendecir, que es mejor dejarnos atraer por lo bueno con una esperanza infantil del favor de Dios, antes que vivir atemorizados por temor a su ira. Pues Dios…
Habla en los cielos: (Salmos 19.1-6) La sabiduría de Dios, su poder y gloria se ven en su creación. La ciencia moderna nos hace estudiar las «leyes naturales» y deja a Dios fuera. Tanto de día como de noche la creación de Dios habla (v. 2), pero su palabra no la escucha el oído humano. El versículo 3 debe leerse: «No hay palabra ni lenguaje donde su voz no se oye». Oímos la voz de Dios en la creación al ver su sabiduría y poder. Es cierto que algo tan complejo como nuestro universo exige un Creador y sustentador.
La creación habla un lenguaje universal a todas las naciones (v. 3–4). Es esto lo que Pablo usó en Romanos 1.18–32 para demostrar que todas las personas en todas partes están bajo la ira de Dios. ¿Están perdidos los paganos?, la respuesta es: «Sí». ¿y si nunca han oído el evangelio? En base a la revelación de Dios en la creación. El pagano ve el poder y sabiduría de Dios, su «deidad eterna», en la creación y sabe que tiene responsabilidad hacia Él. Pablo usa el Salmos 19.4 de nuevo en Romanos 10.18. La naturaleza le predica mil sermones al día al corazón humano. Cada día empieza con luz y pasa a la oscuridad, de estar despierto a dormir, un cuadro de la vida sin Dios. Cada año pasa de la primavera al invierno, de la vida a la muerte. Vemos que se corta la hierba (Isaías 40.6–8), que se derriban los árboles (Lc 13.6–9; Mateo 3.10), el fuego que destruye la cizaña (Mateo 13.40–42). Las actividades de la naturaleza, bajo la mano de Dios, son lecciones objetivas para el corazón de los pecadores pero, tristemente, muchos no quieren ver ni oír. El pecador perdido, dondequiera que esté en este globo, está condenado delante del trono de Dios.
II. Habla en las Escrituras (7–11) Los cielos declaran la gloria de Dios y las Escrituras su gracia. Hebreos 1.1–3. Esta ley, testimonio, mandamiento, palabra, por supuesto, es una revelación personal de Dios, porque el nombre que se usa no es «Dios» sino «Jehová», o sea, el Señor. Este es el nombre personal de Dios, el nombre del pacto.
Lo que es la Biblia.
(1) La perfecta ley. No hay error en la Biblia, ya sea en cuanto a hecho histórico o verdad espiritual. Claro, la Biblia narra las mentiras de los hombres o de Satanás, pero el mensaje total de la Biblia es el de la verdad. Salmos 119.128 y 160.
(2) El testimonio fiel. La Palabra no cambia; es firme y permanente, Salmo 119.89. Es el testimonio de Dios al hombre, su testigo de lo que es verdadero y correcto. Mateo 5.18.
(3) El precepto recto. «Precepto» significa «estatuto, reglas para la vida diaria». Algunas reglas son equivocadas; la Palabra de Dios es recta. Obedecer la Palabra trae bendiciones a la vida diaria.
(4) El mandamiento puro. Salmos 12.6; 119.140; Proverbios 30.5. Los «libros sagrados» de algunas religiones son cualquier cosa menos puros, pero la Palabra de Dios es pura, incluso cuando se refiere al pecado. Nada en la Biblia, bien entendida, puede conducir a la persona a pecar.
(5) El limpio temor de Jehová. La frase «el temor de Jehová» (v. 9) es otra referencia a «la ley», puesto que la Palabra de Dios produce reverencia hacia Dios. Deuteronomio 4.10; Salmos 110.10. Temer a Dios hace limpia a la persona; adorar ídolos paganos la ensucia.
(6) Juicios verdaderos, justos. Las evaluaciones de Dios respecto al hombre y las cosas son verdad; Él conoce todo completamente. Vale la pena que el cristiano crea lo que Dios dice y no dependa de su propia evaluación. Lot cometió esta equivocación y lo perdió todo.
(7) Mejor que oro. Qué tesoro es la Biblia (Salmos 119.72; Proverbios 8.10; 16.16).
(8) Más dulce que la miel (Salmos 119.103). El cristiano espiritual no necesita cosas artificiales de este mundo para su satisfacción; la Palabra sacia el apetito espiritual.
Lo que la Biblia hace.
(1) Convierte. Esto es lo mismo que «restaura» o «conforta» en el Salmos 23.3. La Palabra convierte al pecador de sus caminos y restaura al santo cuando se desvía. Refresca y sana.
(2) Hace sabio. Salmos 119.97–104; Isaías 8.20; Jeremías 8.9; Colosenses 1.9; Santiago 1.5.
(3) Regocija. El creyente espiritual halla gozo en la Palabra (Jeremías 15.16).
(4) Alumbra. «La exposición [manifestación] de tus palabras alumbra» (Salmos 119.130).
(5) Permanece. Otros libros desaparecen y los olvidan, pero la Palabra de Dios permanece. ¡Muchos martillos se han gastado contra el yunque de la Palabra de Dios!
(6) Enriquece. Es mejor que oro o plata (Proverbios 3.13–15).
(7) Satisface. La miel satisface al cuerpo; la Palabra satisface el alma.
(8) Advierte. Es mejor prevenir el pecado y evitar los problemas, que confesar el pecado y tratar de remediar errores. Saber la Palabra y obedecerla guía al creyente por la senda segura. Proverbios 2.
(9) Recompensa. El dinero no puede comprar las recompensas de una vida santa: una conciencia limpia, un corazón puro, gozo, paz y la oración contestada. Nótese que el versículo 11 dice que hay recompensa en guardar la Palabra, no por guardarla. La recompensa viene al hacer: «Este será bienaventurado en lo que hace» (Santiago 1.25).
III. Habla en el alma (19.12–14) Nadie puede comprender su corazón (Jeremías 17.9). Necesitamos el espejo de la Palabra para revelarnos nuestros pecados (Santiago 1.22–25). El salmista concluye pidiéndole a Dios que le revele sus pecados secretos; Salmos 119.23–24. La ley del AT proveía para los pecados de ignorancia (Levítico 4–5; Números 15.22). Pero no había sacrificio para los pecados de abierta rebelión; Números 15.30–31. David no sólo pide ser limpiado de las faltas secretas, sino que se le restrinja para no meterse de cabeza en el pecado abierto. Al permitir que la Palabra de Dios controle nuestras vidas obtenemos la victoria sobre el pecado. Por «gran rebelión» en el versículo 13 el salmista parece querer decir el «pecado de muerte» o la rebelión continua contra Dios trae su ira. Es por una acumulación de pecaditos secretos del versículo 12 que la persona poco a poco se mete en gran pecado. Es importante que los cristianos confiesen sus pecados inmediatamente y le permitan a la Palabra de Dios y a la sangre de Cristo que limpien sus corazones. La oración del versículo 14 debería estar en nuestros labios y corazones todo el día. La meditación del corazón controla las palabras de la boca (Marcos 7.14–23). La meditación es al corazón lo que la digestión al cuerpo; es ingerir la Palabra de Dios y hacerla parte de nuestro ser interior. Conforme el corazón y la mente piensan en la Palabra de Dios todo el día, el Espíritu guía la vida. Esto es lo que significa andar en el Espíritu (Gálatas 5.16) y tener una mente espiritual (Romanos 8.1–8).